Para nuestra desgracia, las noticias basura viven una época de esplendor. En la actualidad, este tipo de informaciones tendenciosas tienen un macabro poder de impacto, persuasión y penetración. Paradójicamente, con la proliferación de las redes sociales, se difunden incluso más rápido que la información real.
El paradigma más claro de esta situación se dibuja en Facebook. Un estudio de la Universidad de Oxford respecto a las elecciones al Parlamento europeo, acaba de revelar que en esta red social las noticias basura se comparten hasta 4 veces más que los contenidos provenientes de fuentes más seguras o acreditadas.
¿Por qué nos gusta consumir noticias basura?
Hay que dejar bien claro que los medios que publican noticias falsas lo hacen a propósito. Deliberadamente, se dedican a elaborar noticias engañosas que pretenden funcionar como noticias reales sobre política, economía o cultura. Estos contenidos, que se difunden en medios sociales como Facebook, se caracterizan por incluir varias formas de propaganda e información ideológicamente extrema o conspirativa.
El problema radica en que la gente está dispuesta a creer estas informaciones engañosas, y esto es debido al “sesgo de confirmación”. Este sesgo se define como la tendencia (inconsciente) que tenemos los humanos a creernos más las noticias que van acordes a nuestras opiniones y creencias sobre el mundo. Al mismo tiempo, solemos dar por falsas las noticias que son contrarias a nuestras convicciones.
… Y las noticias basura son más efectivas en Facebook
Tal y como explica la Universidad de Oxford, Facebook se erige como la herramienta definitiva para la difusión de contenido engañoso. Las noticias basura son más efectivas en Facebook porque la misma plataforma favorece nuestro sesgo de confirmación. Es decir, nos ayuda a reforzar las ideas preestablecidas que tenemos sobre el mundo.
A pesar de que es cierto que Facebook es una plataforma que facilita el conocimiento de más fuentes de información variadas y alternativas, se evidencia una anomalía a la hora de poder acceder a ellas. Más específicamente: el algoritmo de Facebook está programado para mostrarnos en el news feed más publicaciones relacionadas con lo que estamos de acuerdo (nuestros likes) y menos con lo que no comulgamos. Dicho de otra manera, es menos probable que se nos muestre noticias que contradigan nuestras creencias preestablecidas.
Por lo tanto, no debería sorprendemos en demasía que la gente no se moleste en verificar el contenido que encuentran y que suele circular dentro de su red de contactos. Compañeros, amigos y un largo etcétera, los cuales, probablemente, sean también afines de ideología.
¿Cómo puede Facebook resolver este problema?
Lo cierto es que no es fácil. Facebook entiende muy bien los mecanismos de la conducta humana (es probable que su éxito derive de aquí), y sabe perfectamente como estimular la difusión de contenidos en su plataforma. Esto, obviamente, trabaja en beneficio de la compañía, ya que la difusión de contenidos implica más engagement y, por supuesto más beneficios económicos por publicidad.
Sin embargo, esta dinámica de funcionamiento de la red social de Zuckerberg motiva que se difundan mejor las noticias falsas. Pero no solo eso, si a Facebook le funciona con efectividad el algoritmo de su news feed, no se puede esperar que la propia compañía destine muchas energías o recursos en cambiar algo que ya es un éxito.
Como es lógico, se necesitarían muchas (más) razones de peso para convencer a Zuckerberg y su equipo de que hay que cambiar de rumbo.
Las 5 señales para detectar medios de comunicación basura
Uno de los contrasentidos que genera el fenómeno actual de las noticias basura es que mucha gente argumenta que ese contenido engañoso es la verdadera noticia y lo que publican los medios principales es mentira. Sin duda, una tendencia preocupante.
Aunque estemos hablando de un absurdo, la buena nueva es que no resulta complicado detectar a los medios que publican noticias falsas. A continuación, exponemos 5 clases de indicios que nos pueden ayudar a identificarlos mejor:
1. Profesionalidad: no suelen estar muy puestos en prácticas comunes de periodismo profesional. Además, este tipo de medios no proporcionan información clara sobre sus autores, editores o mismo los propietarios. Tampoco desmienten las informaciones falsas.
2. Estilo: acostumbran a utilizar un lenguaje emocional muy marcado que puede incluir expresiones emotivas, hipérboles, ataques ad hominem, titulares engañosos, mayúsculas excesivas o generalizaciones absurdas.
3. Credibilidad: los medios que difunden contenido engañoso se fundamentan en informaciones falsas y teorías de conspiración que a menudo utilizan de forma estratégica. Por descontado, informan sin consultar muchas fuentes (las que consultan no suelen ser fiables) y no verifican los datos.
4. Parcialidad: El tono del relato de este tipo de noticias es muy sectario o hiperpartidista. Generalmente, suelen incluir comentarios con nula objetividad y un fuerte componente de opinión.
5. Falsificación: las fuentes de noticias engañosas suelen imitar de mala manera a los medios de comunicación más serios. Disfrazan estilísticamente las noticias con referencias a agencias de noticias y fuentes confiables para darle más valor a sus informaciones.
Creer o no creer, esa es la cuestión
El apogeo de las noticias falsas se define como una de las grandes problemáticas de nuestro tiempo. En esta época, las redes sociales tienden a sacar provecho del sesgo de confirmación. Las noticias “alternativas” cuentan lo que queremos oír y, guste o no, generan dinero porque las consumimos. Esto es así. Todo ello ha llevado irremediablemente a una nueva economía de la información donde la veracidad de las noticias es lo menos importante.
Sin duda, existe la posibilidad de prohibir los contenidos engañosos (sobre todo los más agresivos), pero siempre va a haber gente empeñada en creer solo lo que más se ajuste a la realidad de su cabeza. O sea, siempre va a encontrar otra fuente de información que se acomode a su guion de la historia.
Entonces, ¿cuál es la solución? Pues al final todo se reduce a la responsabilidad de cada usuario. O sea, si decidimos ser fieles a la verdadera realidad o si, por el contrario, nos vale la pena vivir desde una perspectiva más cómoda donde no tenemos que cuestionar nada.